Mi historia con los animales comenzó en la niñez, haciendo voluntariado ofreciendo refugio a perros y gatos necesitados, educandolos para que pudieran encontrar una familia definitiva.

Pero mi vida cambió cuando adopté a Cuchara, una perra mestiza que desafió todo lo que sabía. Su comportamiento complejo me obligó a buscar más allá de las soluciones convencionales, impulsándome a una formación profesional intensiva. Su rehabilitación se convirtió en mi primera gran victoria y ella, en mi fiel compañera de trabajo.

Esta experiencia me abrió las puertas a trabajar con casos desafiantes: perros con etiquetas de ‘potencialmente peligrosos’ y víctimas de maltrato. Animado por la búsqueda de la excelencia, Cuchara y yo emprendimos un viaje a Europa, perfeccionando nuestras habilidades con los mejores adiestradores caninos a nivel global.

Ahora, con la pasión y el conocimiento adquirido, mi objetivo es capacitar a otros para que, a través de nuestra escuela de adiestramiento canino, puedan forjar esa relación soñada con sus compañeros de cuatro patas, transformando sus vidas con la misma dedicación que transformé la mía.